Se pone su sombrero, coge el bolso de mano y sube las escaleras que le llevan directamente a la vía del tren.
Paseando por la vía, va observando a distintas personas con disintos sentimientos, a una pareja besándose y abrazándose, amor; a unas amigas dando vueltas, felicidad; a un padre abrazando a su hijo que se va a la guerra, tristeza; a un anciano regalando un globo a su nieta, amor.
Mientras derrama unas lágrimas que empapan sus largas pestañas negras, llega un tren, el del olvido, un tren que coge la gente que no puede olvidar, que no puede volver a sonreir.
El tren para, la gente sube, baja, nace, muere, pero ella no, ella sonrie, se quita el sombrero, lo tira a la vía del tren y mientras que se rie, baja las escaleras, sale a la calle y...
vuelver a ser ella misma.
No tuvo que coger ningún tren para olvidar, para dejar de recordar, para no llorar, son solo unas horas y un amigo, ella volvió a ser ella.
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