El cigarro en tus dedos, la ceniza en el suelo, los hielos de las copa derritiéndose.
Una de tus uñas en la boca, tus ojos perdidos en un cuadro de Van Gogh. En la calle, las ambulancias corren, los niños ríen y los ancianos juegan al ajedrez.
Sacas tu uña de la boca, el color rojo que estaba en ella, ha desaparecido, la copa: agua y vodka, en tu mano una quemadura causada por el cigarro.
Apenas pestañeas, tus múltiples suspiros convertidos en un infinito silencio.
30 grados, tu cuello empapado de sudor, las lágrimas que recorrían tus ojos, están secas.
Por cada minuto que pasa, tus piernas cogen mas velocidad, tu corazón late aun mas fuerte, tus mocasines se desgastan con cada zancada que das.
Paras, te sientas en un banco, te llevas las manos a la cabeza, no puedes parar de llorar.
Miras el reloj, te lo quitas, lo tiras con todas tus fuerzas al suelo.La mano derecha empieza a sangrar, lo que parecía un simple arañazo ahora es un corte causado por la correa del reloj.
Te levantas, vas caminado cabizbajo y a la vuelta de la esquina, unas margaritas en tu mano.
Abres la puerta, ella se levanta del sofá y te abre, os miráis a los ojos, durante unos treinta minutos, os lo decís todo aunque parezca mentira es tan solo con miraros.
La abrazas, se deja abrazar, se acurruca en tu pecho y la besas.